Dos géneros discursivos: os blogues
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Imagem: www.blogapart.info Via: maschamba.weblog.com.pt
"[...] Desprovistos de los límites comerciales y estilísticos de la prensa escrita, los blogs ofrecen una libertad hasta hace poco inimaginable para el escritor. Para empezar, el blog permite establecer una relación directa entre escritor y lector, de tal modo que éste tiene la posibilidad de refutar los argumentos esgrimidos por el autor e, incluso, puede permitirse el lujo de burlarse de él y animarle a que abandone para siempre sus ingenuas fantasías literarias (de hecho, eso es lo que ocurre la mayoría de las veces). Esta relación directa entre autor y lector establece una novedad no del todo valorada por muchos bloggers. Para mi gusto, el post debería buscar una vía intermedia entre la buena literatura y la comunicación oral, de suerte que cada entrada, lejos de limitarse a transmitir información, se convirtiera en un mero pretexto para estimular un debate acerca del tema propuesto en el título del artículo [...].
En todo caso, los blogs han provocado la aparición de una figura híbrida entre la literatura y el debate oral, o, dicho de otro modo, han dado lugar a una especie de “escritura coloquial”. De pronto la palabra escrita cobra vida, se vuelve ágil, se deja oír. Es una comunicación en la que no hay voz, ni contacto físico, ni tan siquiera presencia, pero que sí está condicionada por el medio visual: utilizamos una tipografía, un tamaño de letra, un avatar, un apodo e incluso muchas personas [...]. En definitiva, se trata de una fórmula de comunicación con unas características propias, híbridas, no del todo definidas, pero que hay que tener en cuenta si no queremos convertirnos en unos nostálgicos a quienes la tecnología barrió de la faz de la escritura.
Frente al rígido formato de la prensa escrita, los bloggers también podemos elegir —con límites, eso sí— el formato de nuestros escritos; podemos publicar lo que más nos apetezca y con la frecuencia que nos convenga, improvisando, experimentando, insultando, cambiando constantemente de registro, añadiendo vídeos o fotografías, e incluso tenemos la posibilidad de retorcer la gramática o formar juegos de palabras sin miedo a la posible intervención —siempre castradora— del corrector de pruebas. Y así transcurre el juego: escribimos, publicamos, nos releemos, descubrimos nuestros límites y entonces sufrimos nuevos altibajos emocionales, a veces a medio camino entre la frustración y la resignación, pero sin desistir jamás, siempre en busca de nuevos lectores, de nuevos comentaristas, de nuevos personajes virtuales, de nuevos solipsistas afines. [...]" (sublinhado meu)
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